Característico de la tradición del Budô, Mokuso es una forma de meditación que se realiza al comienzo y al final de una clase. Esta palabra japonesa está formada por los kanjis Moku 黙 silencio y So 想 pensamiento, sugiriendo un estado de silencio mental. Cuando llegamos al Dojo para nuestra práctica, venimos de la calle, del trabajo, corriendo, con el tráfico, con estados emocionales y mentales muy diversos. Necesitamos parar el mundo, abrir una espacio- tiempo para profundizar en nosotros mismos, para aprender, para transformarnos. Para ello, al comienzo de la sesión, en el Dojo, el Sensei invita a sentarse en Seiza y practicar Mokuso. Con la espalda bien recta, hombros relajados, mentón levemente retraído, con la punta de la lengua tocando la raíz de los dientes del paladar superior, mandíbulas juntas pero sin tensión, los ojos entrecerrados.  Las manos forman el mudra característico del Zen, con los dedos pulgares en una sola línea, en contacto suave en sus puntas, donde la mano izquierda reposa dentro de la derecha formando un ovalo, sobre el regazo, unidas al cuerpo.

Una vez establecida la postura, llevamos la atención plena a la respiración, sin forzarla, dejándola fluir naturalmente, poniendo especial conciencia en la espiración. Al inhalar nos llenamos de energía revitalizante y al exhalar soltamos tensiones, preocupaciones, apegos, miedos, prisas, control… Cuando inhalamos tomamos conciencia de como el aire, cargado de Ki luminoso entra a través de las fosas nasales, sin fricción, sin sonido, y llega hasta el Hara, el océano de energía, y renovando las energías del cuerpo.  Cuando exhalamos, el aire sale suavemente a través de las fosas nasales, nos vaciamos, soltamos el control, abandonamos el ego. Dejamos que los pensamientos pasen sin detenerse en ninguno de ellos, como pasan las nubes en el cielo azul. Nada que hacer, nada que conseguir, nadie en quien convertirse, eso es Mokuso: una mente vacía (Mushin), un estado alerta y vigilante.

El estado mental que cultiva esta práctica formal de atención plena en la posición de sentado se incorpora después a toda la clase mientras nos encontramos sobre el Tatami, realizando cualquier ejercicio. Y como no, extenderlo también a todos los momentos de nuestra vida.

Mokuso nos permite reconectar con nuestro centro, con el observador, y al corazón mismo del universo.

 

Antonio Marí Planells

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